A fine ottobre i cittadini di Bogotà sceglieranno il loro sindaco. Due i candidati favoriti, l'ex sindaco Peñalosa (Indipendente lista Peñalosa Sindaco) e l'ex senatore Moreno (Polo Democratico Alternativo), entrambi accreditati di circa il 31% delle intenzioni di voto in questi giorni. Al terzo posto un outsider famoso, con una storia che piacerebbe molto ai politofagi locali. Incredibile quanta fatica stiamo facendo, in salita, per arrivare ai livelli della politica latinoamericana...
Parliamo di William Vinasco, ex seminarista, ex studente di legge, ex calciatore, ex-tassista, ex campione del mondo come locutor (annunciatore radiofonico, arte appresa in Argentina), ex-commentatore sportivo (sue le telecronache - pare leggendarie - della Colombia a Italia 90, 1 a 1 all'allora Germania Ovest) ex candidato sindaco alle elezioni del 2000 (quarto posto) e oggi proprietario del gruppo WV Radio Television, con dieci emittenti radiofoniche, tre delle quali a Bogotà. Ogni mattina da una di queste emittenti, la popolarissima Candela Estereo, il nostro William conduce ancora Azuquita pa'l Café, la zollettina nel caffé. L'agosto scorso, mentre si trova con i due figli in vacanza a Montreal, Canada, il semisconosciuto movimento politico Afrocolombiano, altrimenti noto come Afrounincca (la Universidad Incca à uno degli atenei privati della capitale colombiana, immagino che qualcosa debba entrarci) telefona a Vinasco e gli intima: “vai in consolato e iscriviti come candidato alle amministrative". Poco più di un mese dopo i sondaggi gli danno il 13% delle intenzioni.
Non diventerà sindaco, ma sta macinando sorprese e consensi con un programma elettorale che parla di tranvie e altri progetti ambiziosi per la sua città. Se gli chiedete - come ha fatto il quotidiano El Espectador - chi vorrebbe invitare a cena a casa sua risponde: il golfista Tiger Woods, per la sua calma; Giovanni XXIII, e possiamo anche capire e... Adolf Hitler, perché doveva essere comunque un personaggio estremamente interessante: «Non metti il mondo ai tuoi piedi se non sei qualcuno.» Non fa una piega, vi pare?
Parliamo di William Vinasco, ex seminarista, ex studente di legge, ex calciatore, ex-tassista, ex campione del mondo come locutor (annunciatore radiofonico, arte appresa in Argentina), ex-commentatore sportivo (sue le telecronache - pare leggendarie - della Colombia a Italia 90, 1 a 1 all'allora Germania Ovest) ex candidato sindaco alle elezioni del 2000 (quarto posto) e oggi proprietario del gruppo WV Radio Television, con dieci emittenti radiofoniche, tre delle quali a Bogotà. Ogni mattina da una di queste emittenti, la popolarissima Candela Estereo, il nostro William conduce ancora Azuquita pa'l Café, la zollettina nel caffé. L'agosto scorso, mentre si trova con i due figli in vacanza a Montreal, Canada, il semisconosciuto movimento politico Afrocolombiano, altrimenti noto come Afrounincca (la Universidad Incca à uno degli atenei privati della capitale colombiana, immagino che qualcosa debba entrarci) telefona a Vinasco e gli intima: “vai in consolato e iscriviti come candidato alle amministrative". Poco più di un mese dopo i sondaggi gli danno il 13% delle intenzioni.
Non diventerà sindaco, ma sta macinando sorprese e consensi con un programma elettorale che parla di tranvie e altri progetti ambiziosi per la sua città. Se gli chiedete - come ha fatto il quotidiano El Espectador - chi vorrebbe invitare a cena a casa sua risponde: il golfista Tiger Woods, per la sua calma; Giovanni XXIII, e possiamo anche capire e... Adolf Hitler, perché doveva essere comunque un personaggio estremamente interessante: «Non metti il mondo ai tuoi piedi se non sei qualcuno.» Non fa una piega, vi pare?
William Vinasco, de taxista a locutor, de locutor a candidato
El poder de la radio
El candidato del Movimiento Afounincca terminó la semana con una intención de voto del 12,8 por ciento de los posibles sufragantes.
Fernando Araújo Vélez sábado, 22 de septiembre de 2007
Entonces hubo un silencio largo. El estudiante Vinasco se levantó de su pupitre, desplegando su metro con ochenta y tantos centímetros, tomó aire, cerró los ojos, y en una ráfaga inspirada se largó a defender a la supuesta señora que había asesinado a su bebé. Los jurados eran sus compañeros de clase en la Facultad de Derecho de la Universidad Libre. El fiscal, uno de sus mejores amigos. Y el juez, su profesor de Penal. “Y los convencí de la inocencia de aquella señora, que si mató a su propio hijo, fue motivada por el amor que le tenía”, recordaría más de 30 años después. Después tuvo que asumir el papel contrario, y convencer a los jurados de que la vida era el valor supremo, sin importar móviles, miserias o injusticias. “Hoy creo que aquel ejercicio me marcó para el resto de mi existencia, me marcó en mis seguridades”.
Dos años antes de aquel ejercicio, el seminarista Vinasco se jugaba el honor del colegio de Nuestra Señora, en Bogotá, con un simple partido de fútbol. Nada estaba definido. Él, con el “9” en la espalda, buscaba y buscaba el gol de la victoria en medio del millar de centros que le llegaban. Cuando terminó el primer tiempo, monseñor Guillermo Agudelo Giraldo se le acercó con un registro en la mano, pues los plazos de inscripción para ingresar de tiempo completo al Seminario Mayor de Bogotá se agotaban. Vinasco había asistido, puntual, todos los sábados a los cursos de Teología, Ética y Filosofía, porque él era el elegido por su padre y su madre para ser el sacerdote que por aquellas épocas debía existir en cada familia colombiana. “En medio del fragor del fútbol, le respondí a Monseñor que no, que el sacerdocio no era para mí”.
Cuando se graduó de bachiller, William Vinasco se matriculó para estudiar Leyes en las mañanas. Por las noches cursaba Diplomacia y Relaciones Internacionales. Y el tiempo que le quedaba libre lo dedicaba a leer los noticieros de Emisoras Horizonte y Kennedy, y a hacer su programa en Radio Santa Fe, Una hora con la Sonora. Fue taxista. Recorrió palmo a palmo la ciudad. Se enfrentó a lo humano y a lo divino, de noche y de día, hasta que el fútbol lo llevó a Todelar, y de ahí, a la televisión, primero como presentador de deportes en Criptón, 24 Horas, TvHoy y CM&, y luego como relator. Fue criticado y admirado. Le dijeron vanidoso, lo tacharon de fanático, pero también lo subieron a un pedestal y quisieron imitarlo.
Los riesgos de la política
Un mes atrás, el Movimiento Político Afrounincca le pidió que fuera su candidato para la Alcaldía de Bogotá. Vinasco estaba con sus hijos William y Brian en un campo de verano en Montreal, y desde el consulado tuvo que inscribirse. Cuando los medios difundieron la noticia, la gente creyó que ahora sí que se había enloquecido. A fin de cuentas, ya dos veces se había lanzado, y en ambas había perdido. “Aquellas derrotas no fueron tan derrotas, muchas cosas ganamos”, diría.
Sin embargo, según fueron pasando los días, sus propuestas fueron calando entre la gente del común, porque subido en un banco en plena calle, o por alguna de sus 10 emisoras de radio, hablaba de un Metrocable para los barrios del sur, “que no costaría más de 40 mil millones de pesos, y uniría a San Cristóbal y Ciudad Bolívar con el resto de la ciudad”; de un drástico cambio en el pico y placa, “que favorecerá la relación de los bogotanos con el tránsito y con el medio ambiente”, de una readecuación del tranvía por las calles del centro, “que preservará la arquitectura y facilitará la movilidad”; de una red de seguridad que involucre a los ciudadanos y de otra de educación, que les provea estudios universitarios a más de 70 mil muchachos “que no tienen otra opción”.
Las encuestas lo encumbraron. Cada semana subía, como mínimo, dos puntos y medio. Los analistas, y por lo tanto sus contrincantes, comenzaron a verlo desde otro ángulo, pues con su caudal de votos, Vinasco podría desequilibrar la balanza. “Nosotros queremos llegar a la Alcaldía para trabajar por la gente, que debe estar tranquila, pues no vamos a transar”. Peñalosa lo acusó de sostener pactos secretos. Él respondió que quienes necesitaban pactos eran otros, y que él, en lugar de agredir, prefería disentir, “hasta el punto de que me siento capacitado para sostener cualquier debate público con mis contrincantes, o contra cualquiera que desee enfrentarme”.
Hoy sonríe. Distendido, dice que si pudiera invitar a cinco personajes del Siglo XX a su casa, elegiría a Juan XXIII, Rafael Pombo, Tiger Woods, Jorge Eliécer Gaitán y Hitler. “A Pombo, porque siempre me gustó la poesía; a Hitler, porque debió ser sumamente interesante, no cualquiera pone el mundo a sus pies, y a Woods, para que me dé las claves de su calma”. Busca entre recuerdos su récord más alto como jugador de bolos, 287, y afirma que como golfista bajará de hándicap 20 en poco tiempo. De cuando en cuando conversa con Karen, su hija, gerente de campaña, ideóloga y consejera, y con Marylin López, su asesora de comunicaciones.
De un momento a otro, Bogotá se convirtió en la más desafiante de sus pasiones, que han sido varias y variadas. La política lo sedujo, pese a sus trampas, y pese a que por ahí, todavía, hay quienes lo excluyen por haber sido un locutor de fútbol.
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